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Ruta Caribe: van 137,7 kilómetros rehabilitados | El Heraldo

Ruta Caribe: van 137,7 kilómetros rehabilitados El Heraldo

Icono Caribe: El Vallenato

El vallenato es la musica que representa a Colombia en el exterior. En cualquier parte del mundo donde se escuche vallenato, se dice que es una fiesta hecha por colombianos y para colombianos.

La palabra "vallenato" sale de la descomposición de la frase "nato del Valle" y es el gentilicio popular de los nacidos en el Valle, cuya nominación clásica es valduparense.
El vallenato es el género musical que comprende los cuatro aires o ritmos típicos de esta región y representa las vivencias personales de su autor y el sentir de un pueblo como fiel imagen del mestizaje del cual son productos los colombianos.
Para muchas personas es un tipo de música típico de la costa norte colombiana, más exactamente de Valledupar, capital del departamento del Cesar, pero para la mayoría de los habitantes de esta región y los amantes de este género, el vallenato, es también un modo de ser, un estilo de vida y el sentir de un pueblo; el vallenato es más que música; son vivencias y expresiones sentimentales capaces de estremecer a cualquiera que conozca y entienda la importancia de este genero musical.
El vallenato es la combinación de tres instrumentos básicos como lo son el acordeón, la caja y la guacharaca dando como resultado final un género único con cuatro ritmos básicos que son: el son, el paseo, el merengue y la puya.
HISTORIA:
Data de un siglo el nacimiento de este género musical que se inicia en la Costa Atlántica Colombiana, con el acordeón en solitario, como base del conjunto instrumental, el que paulatinamente se fue dando a conocer en toda la región y eventualmente se acompañó de la gaita o carrizo en algunos lugares de la provincia.
A finales de 1.800, llega a Colombia el acordeón por el puerto de Riohacha, en la Península de la Guajira, y desde entonces se quedó para siempre en manos de campesinos que lo incorporaron a sus expresiones musicales, hasta convertirlo en el instrumento principal del conjunto típico de música vallenata.
Poco a poco se integran los tres instrumentos que conforman este ritmo, como resultado de un efecto social y popular, fruto de las reuniones sociales de la época. Los instrumentos se integran entonces, mezclando tres culturas: el acordeón europeo, la guacharaca indígena y la caja africana, la que estuvo en manos de los chimilas, en las épocas pre y pos coloniales, anteriores al acordeón; y la guacharaca, que es el instrumento más original y autóctono de la trifonía vallenata.
A estos tres elementos se sumaron los cantos de vaquería con que los peones de la grandes haciendas acompañaban sus jornadas vespertinas para recoger y encerrar los ganados, fueron la base de lo que más tarde se convertiría en las historias cantadas, en narraciones musicales, que hoy se conocen como Vallenatos. El cantante se convierte entonces en un nuevo elemento, ya que hasta hace menos de veinte años, la costumbre era que el acordeonero llevara la voz cantora e interpretara él mismo la letra de las canciones que tocaba.
Poco a poco el vallenato fue surgiendo de abajo y tardó más de medio siglo en adquirir rango social. Las "colitas", fueron el espacio para que los grupos de vallenato llegaran a las altas esferas de ciudades como Valledupar, Riohacha y Santa Marta, pues eran los remates de las fiestas de la burguesía al momento que las orquestas dejaban de amenizar.

Personaje Caribe: Zumaqué, la esencia del caribe

Personaje Caribe

Zumaqué: la esencia de ser Caribe  

Mucho se puede decir del maestro Francisco Zumaqué, compositor, arreglista, productor y director de orquesta, creador de esa unificadora canción, casi un himno nacional para la mayoría de los colombianos: Sí, sí, Colombia. Sí, sí, Caribe.  Con su trabajo ha logrado exponer nuestra música en diversos públicos alrededor del mundo, y llegar, incluso, a aquellos renuentes de la popularidad y defensores de la música erudita.


Desde los 6 años, quien naciera en Cereté, Córdoba, en 1945, ha basado su trabajo en la afirmación de lo caribeño, lo cual, dice, no es una decisión sino algo que brota de lo más profundo de su ser. “
A la vez que me afirmo yo estoy afirmando lo uno, y a la vez que afirmo lo Caribe me estoy afirmando a mí mismo
. De allí que sea tan importante la necesidad de que cada uno de nosotros, los Caribe, podamos sentir ese concepto y ver en el otro el reflejo más profundo de nuestro ser”.

Como recuerdo de la fuerza que profesa nuestra esencia sobre culturas distantes, Zumaqué recuerda que cuando quería estudiar con Nadia Boulanger (reconocida compositora y maestra de grandes músicos), en París, fue con un baúl lleno de partituras de música elaborada, de academia, para la evaluación. Luego de haber interpretado varios temas sin ningún éxito con la profesora, se sentó al piano desesperado, con la ilusión perdida, y tocó una canción de la región de seis octavos y eso fue lo que cautivó la atención de la experta de origen ruso.

Sobre esto, dice que es debido a que
nuestra cultura tiene una gran capacidad de seducción que se ve reflejada en todas nuestras artes
. “Por eso tengo yo tanta confianza de ir a hacer conciertos a Rusia o a Finlandia, o Alemania, y tener la seguridad de que el éxito me va a acompañar y que los conciertos van a ser absolutamente exitosos, porque me acompaña algo muy fuerte que es la cultura Caribe”.

El maestro Zumaqué se define a sí mismo como un hombre que quiere exaltar nuestros valores, sencillo, buena persona. “Me defino como un jardinero que recoge flores musicales para repartirle a la gente que quiero y buscar la manera de que sean muchos más felices y que se realicen en sus vidas”. Por eso una de las cosas que más lo satisface es ver las sonrisas en la gente cuando escucha sus composiciones.

Para él la música es la conexión con Dios, con el más allá, con lo supremo, es la posibilidad de encontrar definitivamente una espiritualidad muy grande, con un lenguaje que toca el corazón de los seres humanos. “Yo sé que la música tiene una fuerza que va más allá las notas, que va más allá de los ritmos y las melodías, y que tiene un elemento psicológico y social. Es ese elemento precisamente el que me interesa capturar y lograr en el oyente”.

Su sueño en la actualidad es exaltar su música, la nuestra “a nivel de música de cámaras, de música sinfónica, de músicas populares y mostrarlas al mundo para que el mundo sepa cuán grande es el corazón Caribe”, sostiene. Para lograr esto, Zumaqué cree que es necesario que haya una integración como nación, a través de la reafirmación de la región.

“A mí, por ejemplo,
me parece extraordinario el hecho que por razones deportivas, o lo que sea, todo el pueblo colombiano se pare en un momento y diga: Sí, sí, Colombia. Sí, sí, Caribe. Si esa magia la puede hacer una canción imagínense si nosotros trabajamos juntos para lograr no solamente hacer una canción sino miles de canciones en esa dirección, hacer obras de cámara, obras sinfónicas: Ese es mi proyecto de vida”, concluye el maestro, que esta noche nos hará una invitación a ir en esa dirección, la del Sí, sí

Ser Caribe...

SER CARIBE

Hay que entender que nuestro Caribe colombiano, es una mezcla multicultural, odiado y amado en todo nuestro territorio Colombiano, pero para nadie es un secreto que aun somos capaces de inspirar a muchos creadores y escritores de la televisión, crear un Macondo, una casa en el aire o simplemente hacer reír con nuestro sabor, gente y carisma.
El mar nos tranquiliza y entusiasma, nos reafirma en cualquier sueño, nos vuelve todo posibilidad. En este mar nuestro y esta geografía que nos convoca, somos similares y diferentes al mismo tiempo. El Caribe es el lugar donde más coexiste la diferencia y esa es precisamente su riqueza.
En esta tierra, cuna de sabios y grandes artistas, cualquiera en el común tiene ese potencial de generar ideas productivas, así como tal cual pescador, hombre de la playa descubriendo en su canoa el motivo que hará feliz su propio concepto artístico, soltando su imaginacion y poniendo al servicio del mas curioso elemento de cuantos arroja al mar, la obra cumbre de sus propios anhelos. Así que dotados de una gran extroversion natural, afable, gracioso, dicharachero, jacarandoso y euforico, el hombre de la costa disfruta de la vida sea cual fuere su propia situacion. Saber reir y compartir el medio social dentro del cual le cupo en suerte participar es razon fundamental de su logica consecuencia vital. La noche llega y tras el esfuerzo cotidiano por levantar el pan, su espiritu altruista busca la expansión y la encuentra en su ingenuo desahogo. Canta, baila y disfruta aun cuando al dia siguiente la madrugada le recuerde sus obligaciones que cumple como si la cumbia, el mapale, el porro, el merecumbe y la gaita no hubiera transtornado un largo rato su fibra de trabajador. Dotado además de un ritmo espectacular, tal vez la vibracion ancestral de la raza negra cuya sangre circula copiosamente por sus venas, le abre oidos y garganta para improvisar letras y tonadas que, como pocas, invaden de emoción cuando la epilepsia contagiosa del ambiente, le reclama accion.
Por todo lo anterior, es que me siento orgulloso de ser Atlanticese, Barranquillera, pero principalmente ¡Caribe!